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20 noviembre, 2024Tabla de Contenidos
El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es un momento para reflexionar y actuar contra la violencia machista que afecta a millones de mujeres y niñas en todo el mundo.
Este año, el lema «La vergüenza tiene que cambiar de bando»” ha marcado las movilizaciones del 25N, transmitiendo un mensaje potente y transformador: la carga del miedo, que históricamente han soportado las mujeres frente a la violencia machista, debe recaer sobre los agresores y el sistema que los protege. Inspirado por la activista feminista Gisèle Halimi y promovido por Gisèle Pelicot en su juicio contra Dominique Pelicot este lema refleja el objetivo de revertir las dinámicas de poder que perpetúan el control y el abuso hacia las mujeres. Se busca poner en el centro del debate la responsabilidad de los agresores, enfatizando que son ellos quienes deben sentir la presión de una sociedad que ya no tolera estas violencias. Al mismo tiempo, este lema es un grito colectivo que se niegan a vivir bajo el miedo, transformándolo en resistencia y acción.
Datos recientes en España: Una realidad alarmante
En España, en 2024, la violencia de género sigue siendo una lacra. Hasta la fecha, 40 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, y 10 menores han sido víctimas de violencia vicaria. Desde 2003, el número total de mujeres asesinadas asciende a 1.286 (cuando comenzó a registrarse), una cifra que resalta la persistencia del problema.
Además, según una Encuesta Europea de Violencia de Género (EEGV) se estima que un 27,8% de las mujeres ha sufrido violencia psicológica por parte de sus parejas, y miles han reportado agresiones sexuales o control coercitivo. Los servicios de atención como el 016, junto con herramientas digitales como WhatsApp, han registrado un aumento en las consultas, reflejando la creciente visibilidad del problema y el esfuerzo de muchas víctimas por buscar apoyo.
A nivel global: Un problema estructural
Según Naciones Unidas, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual. En contextos de crisis humanitaria y conflictos armados, la violencia de género se agrava, exponiendo a las mujeres a mayores riesgos de abuso, explotación sexual y feminicidios. La brecha en las leyes y la falta de recursos en muchos países dificultan la protección efectiva de las víctimas.
Un cambio de enfoque: “ellos”
Para erradicar verdaderamente la violencia machista, es fundamental cambiar el enfoque: de centrarse únicamente en proteger y empoderar a las mujeres a abordar de manera más decidida el comportamiento de los hombres y los sistemas que lo perpetúan. La violencia machista no es un problema «de mujeres», sino un problema de hombres y de una estructura social que refuerza conductas agresivas y roles de poder desiguales.
Esto requiere un cambio en los agentes de socialización, como la familia, la escuela, los medios de comunicación y el entorno cultural. La educación en igualdad desde la infancia es clave para enseñar a los niños a gestionar sus emociones, respetar los límites y construir relaciones saludables basadas en el respeto mutuo. A su vez, los medios deben abandonar la normalización de actitudes sexistas y promover narrativas de masculinidad positiva.
El papel de la educación y la sociedad
La educación, tanto formal como informal, debe ser el eje central para desmantelar los estereotipos de género. Los programas escolares deben incluir formación en inteligencia emocional, prevención de la violencia y resolución pacífica de conflictos. Es igualmente esencial que los agentes educativos (docentes y familias) cuenten con herramientas para identificar y abordar actitudes violentas desde una etapa temprana.
Además, los hombres deben formar parte activa del cambio, asumiendo su responsabilidad en desaprender conductas machistas y promoviendo modelos de masculinidad no violentos. Movimientos como #HeForShe destacan la importancia de involucrar a los hombres en la lucha por la igualdad y contra la violencia de género.
Conclusión: Un llamado colectivo al cambio
El 25N nos recuerda que la violencia machista no se combate solo con protección a las víctimas, sino con un cambio profundo en las estructuras sociales y culturales que la perpetúan. Necesitamos una sociedad que eduque para la igualdad, desafíe los roles tradicionales de género y responsabilice a los agresores. Mientras sigamos trabajando solo desde la perspectiva de “ellas”, perpetuaremos la desigualdad y el ciclo de violencia.
En definitiva, erradicar la violencia machista exige un compromiso colectivo para transformar los sistemas que permiten su existencia. Este cambio es posible si actuamos con valentía, invirtiendo en educación, políticas públicas efectivas y un mensaje claro: la violencia no tiene cabida en nuestra sociedad.